
Seguía en mi cabeza. Lo perseguía lo buscaba, me escondía, llamaba por teléfono y cortaba. Me sentía necesitada: de su voz, de sus palabras silenciosas, de sus miradas. De mis inventos. De eso vivía: del timbre que le había atribuido a la su voz, de la personalidad que le compré, de un futuro ideal juntos...
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